Cómo mejorar la comunicación con los árbitros

Cómo mejorar tu comunicación con los árbitros

UNA MAÑANA EN EL SALVAJE OESTE

Son las 8.30 de la mañana de un domingo cualquiera en un frío parking delante de un pabellón deportivo. Alguien sale de una caravana para averiguar quién es que molesta a estas horas, y tú estás dentro del coche esperando a que abran para entrar en la pista. En frente, otro señor, solo en el coche (como tu), que comparte contigo mucho más de lo que crees: sobre todo pasión y paciencia, mucha paciencia. Tú eres un entrenador de un equipo de voleibol y él es un árbitro.

Hoy vais a compartir unas horas gracias al voleibol, y lo mejor que puedes hacer como entrenador, es recordarte a ti mismo que él también gana muy poco para ir hasta allí, que podría haberse quedado en la cama o hacer algo con su familia, y que él va a ser solo el último de tus problemas de hoy, ya que, terminado el partido, ni pensarás en él.

SIENTO, LUEGO HABLO

Yo personalmente odio decir palabrotas. Absolutamente lo odio. Las palabrotas son una forma perezosa y reaccionaria de comunicarse. Generalmente, existe una forma más creativa y convincente de expresar tu punto de vista.

Siento lo mismo acerca de gritarles a los árbitros y recibir tarjetas. Es simplemente un momento perezoso y reaccionario, excepto en los casos tipo unicornio en los que un entrenador tiene total control de las emociones y toma una decisión calculada en el momento adecuado para sacar un beneficio (Quizás despertar a tus chicas? Bueno, a mí nunca me ha pasado!).

Así que dejad de gritarles a los árbitros. En serio.

La alternativa requerirá esfuerzo. Pero valdrá la pena porque existe una forma más creativa, más calculada y más convincente de exponer tu caso.

Durante 25 años, he visto a entrenadores enfurecerse al máximo y no lograr absolutamente nada. Durante el mismo tiempo, he observado a los entrenadores interactuar de manera productiva y profesional con los equipos de arbitraje. Según mis observaciones, aquí hay cinco consejos sobre cómo mejorar tu comunicación con los árbitros:

1. Conoce las reglas

Una conversación/explosión sin educación no logra más que garantizar que los árbitros no te respeten. Es un lugar difícil para estar, ¿verdad? Asegúrate de conocer las reglas por dentro y por fuera para que tus comentarios puedan ser calculados y fundamentados, no cargados de emociones ni reaccionarios. De paso, dedica las vacaciones para enseñar algo de reglamento a tus atletas. En un partido que acaba 3-2 y de puntos 104-103, igual esos dos puntos de ventaja/desventaja los puedes ganar sabiendo el reglamento y actuando en consecuencia.

2. No te engañes

Probablemente, te enojaste con el árbitro porque estabas experimentando una emoción (como injusticia o frustración) y reaccionaste con ira e indignación, no porque quisieras animar al equipo.

Y si bien el lado positivo puede ser que tu equipo esté entusiasmado en ese momento, esa es una forma miope de inculcar motivación. Así que sé más sincero acerca de tus predisposiciones emocionales y tu motivación para que puedas tomar una decisión consciente sobre cómo actuar en un momento acalorado.

3. Mantén tu humor

¿Cuándo fue la última vez que le gritaste a un árbitro y todo salió bien? Correcto.

Si planeas defender tu caso, trata de seguir las formas adecuadas en lugar de los modales de pelea de bar. No necesariamente se cambiará la llamada, pero hay más posibilidades de comunicar claramente tu caso si mantienes la calma. Y si crees que los modales no se aprecian en el estrado, piénsalo de nuevo.

Recuerda que el árbitro es un ser humano, y que todo ser humano se deja influenciar por las primeras impresiones. Tus buenas relaciones con el árbitro comienzan desde tu primera toma de contacto: saludar, ofrecer apoyo, cordialidad, solidaridad, etc., hará que en un punto dudoso, el subconsciente del árbitro haga que la decisión favorable penda hacia tu lado.

4. La confianza vence al mal humor

Cuando se trata de malas decisiones, los jugadores sienten los efectos más que tú. Pero tu puedes marcar la pauta para el equipo. Si presentas tu caso con confianza a los árbitros, hablas con confianza con los jugadores sobre la próxima jugada y les encargas con confianza que sigan adelante, se contagiarán. No te pongas de mal humor. Eso también se contagia. La forma de jugar el siguiente punto dependerá en gran medida de lo que haya ocurrido con la forma de gestionar una eventual duda reglamentaria con el árbitro.

5. Sé agradecido

Este es un buen primer filtro para la mayor parte de la vida y es especialmente relevante cuando se trata de estar en desacuerdo con los directores del partido. Los árbitros están haciendo un trabajo y tú estás haciendo un trabajo. Honestamente, ambos podríamos estar en un lugar mejor. Filtra tus comentarios a través de una lente de agradecimiento antes de iniciar una conversación. Evitarás que te obsesiones demasiado con la injusticia percibida y te permitirá volver a concentrarte en la tarea que tienes entre manos: ganar con las circunstancias que tienes por delante, no con las que crees que mereces.

Se acaban los partidos, ya es tarde para comer en casa. La máquina expendedora del pabellón es aquel bar donde tú y el árbitro os vais a ver de nuevo. Otra cosa que compartís del día.

El viaje de vuelta va a ser igual de largo para ambos.

PD: he sido árbitro de futbol durante 7 años. No porque me gustara demasiado el fútbol, más porque me gusta el deporte en general. Sin embargo, el ambiente que he vivido durante estos 7 años ha sido tan tóxico que no recomendaría a nadie vivir una experiencia similar. Hablo de jugadores, entrenadores, dirigentes, y padres, muchos padres.

Por ello yo personalmente insisto con mis atletas en crear una cultura de respeto hacia los adversarios y el árbitro casi maniacal. Y a veces entreno situaciones de estrés, donde el árbitro (que soy yo) pita cosas sin sentido, y de fondo pongo ruido de estadio de futbol, para generar incomodidad entre las jugadoras, y, aun así, tener que resolver la siguiente jugada sin pestañear.

 

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