Una de las grandes dudas que tenemos a la hora de entrenar tiene que ver con el aprendizaje del voleibol en nuestras atletas. Tenemos libros y preparamos ejercicios, vemos videos y entramos en la pista con una idea de entrenamiento, pero luego sabemos que no es tan fácil convertir la teoría en la práctica.
Te cuento.
La gran idea: para convertirnos en mejores aprendices, necesitamos pasar más tiempo fuera de nuestra zona de confort, más tiempo en la jungla donde experimentamos desafíos, resolvemos nuevos problemas y luchamos. La teoría es sólida, pero debemos ser más específicos y profundizar en cómo poner todo esto en práctica.
En la escuela, los deportes y el lugar de trabajo, nuestro tiempo a menudo se divide entre actuar y practicar:
La prueba, el juego y la presentación = rendimiento
Las cosas que hacemos para prepararnos para la actuación = práctica
La mayoría de las veces, el rendimiento es importante y queremos que salga bien. Una excelente manera de ayudar a que eso suceda es mejorar la forma en que practicamos.
Si queremos desempeñarnos mejor, debemos practicar mejor. Aquí hay tres herramientas que nos ayudarán a hacer eso:
1. APRENDER HABILIDADES EN EL CONTEXTO EN QUE LAS UTILIZAREMOS
La investigación sobre el aprendizaje muestra que nuestra práctica es más eficaz cuando se asemeja a la actuación. En aras del argumento, veamos estos tres escenarios:
- Una presentación
- Una prueba en la escuela
- Un juego de baloncesto
En cada uno de estos escenarios hay una cantidad considerable de:
Incertidumbre: se desconoce el resultado. Podría lograrlo, podría fallar. Puede que compren, puede que no. Puede que haga bien esta pregunta, puede que no.
Impredecibilidad: no sé cómo responderá la audiencia que me preguntarán. No sé qué preguntas habrá en el examen. No sé exactamente desde dónde vendrá el pase para rematar o cómo sacarán para recibir. No hay dos remates, juegos, presentaciones o exámenes que sean exactamente iguales.
Presión: la gente está mirando. Estoy siendo juzgado. Hay un marcador. El resultado importa.
Estas variables y cientos más hacen que el rendimiento y las habilidades que necesitamos para implementar sean extremadamente complejas. Para tener éxito cuando importa, debemos ser capaces de adaptarnos, tomar decisiones sobre la marcha y ejecutar nuestras habilidades en la complejidad de una situación.
La actuación es compleja. La actuación es difícil.
Un buen presentador es alguien que puede subir a un escenario (o entrar en una habitación) y hablar mientras experimenta la incertidumbre, la imprevisibilidad y la presión de la situación.
Un buen estudiante puede sentarse, sin notas, recordar la información que ha estudiado y plasmarla en un papel.
Un buen atacante puede rematar un pase procedente de un ángulo diferente, en una ubicación aleatoria, y determinar donde mandar la pelota. Puede planificar que tipo de remate realizar, en el primer intento. No el quinto o en el ventesimo.
Para que podamos rendir al máximo, necesitamos experiencia en la ejecución de estas habilidades en el contexto en el que se utilizarán. Desafortunadamente, la forma en que normalmente estudiamos, practicamos y preparamos minimiza o incluso elimina estas variables.
¿QUE PASA SI ELIMINAMOS EL CONTEXTO?
Ensayamos nuestra presentación decenas de veces frente al espejo sin público.
Leemos y releemos el capítulo.
Realizamos siempre los mismos ataques lanzando el balón a la colocadora desde zona 4, sin movernos ni dar el balón a otra jugadora para que lo lance desde zona 5, o lo reciba en zona 5.
Cuando eliminamos el contexto y las variables del juego, la práctica se vuelve más fácil y cometemos menos errores. Esto crea una gran brecha entre nuestros entornos de práctica y desempeño, que no es óptima para el aprendizaje.
TIGRE EN LA JUNGLA, TIGRE EN EL ZOO
Piensen en un tigre en la jungla. La incertidumbre, la imprevisibilidad y la presión por sobrevivir hacen que se parezca mucho a lo salvaje. Un tigre que pasa toda su vida en el zoológico y luego es arrojado a la naturaleza no tiene ninguna posibilidad. Las mismas reglas se aplican a nuestra práctica. No podemos practicar en el zoo y esperar prosperar en la jungla.
El tigre de la jungla aprende a prosperar en la naturaleza pasando tiempo en la naturaleza. Si queremos prosperar en el juego, necesitamos pasar más tiempo practicando como en el juego.
Un par de cosas a tener en cuenta
Nuestro entrenamiento nunca será exactamente como la actuación real, y eso está bien. Un buen enfoque es hacer una lista de algunas de las variables a las que te enfrentarás durante la presentación (o en el juego, o en un examen) y encontrar formas de incorporarlas a tu entrenamiento.
Podemos progresar hasta esto. No hay nada de malo en acostumbrarse a las cosas en un entorno más controlado. El objetivo es dedicar más tiempo a lidiar con las variables del juego y podemos deslizarnos en esta dirección con más frecuencia de lo que lo hacemos.
Ejemplo: si estamos enseñando a un niño la plataforma para poder recibir o golpear de antebrazos, hacer lanzamientos de la pelota desde la red, con el niño puesto a unos 6 metros de distancia, no está mal. Si lo hace bien, deberíamos irnos al otro campo y sacar para que reciba un balón senior? No señor, jeje.
Sin embargo, podemos poner un compañero justo al otro lado de la red, y el niño primero hará un salto en la red como simulando un bloqueo (salvando las distancias) y luego retrocederá rápidamente para tocar de antebrazos la pelota que le mandará su compañero con las manos desde el otro lado de la red. De este modo, sus ojos y cerebro tendrán la oportunidad de leer la velocidad y la ubicación de la pelota a medida que avanza hacia ellos. Mejorarán su postura y la posición de la plataforma en el momento de recibir, habilidades que realmente no podemos desarrollar si pasamos todo nuestro tiempo lanzando la pelota hacia sus brazos desde 2/3 metros de distancia, sin movimiento alguno.
A medida que avancemos en el resto del artículo, verás cómo estas herramientas adicionales pueden ayudar a agregar más contexto a nuestra práctica. Lo harán más parecido al juego, lo que nos ayudará a prepararnos para las actuaciones.
2. DIFICULTADES DESEABLES
Cuando entrenamos con pesas, acumulamos dificultades. Agregamos peso para desafiarnos porque sabemos que eso es lo que necesitamos para aumentar nuestra masa muscular y ser más fuertes. Estamos constantemente saliendo de nuestras zonas de confort para producir resultados. Las mismas reglas se aplican al aprendizaje. Para realmente hacer un cambio en nuestro cerebro y desarrollar nuevas habilidades, necesitamos un poco de lucha.
Al igual que en la sala de pesas, hay un enfoque correcto e incorrecto para esto. No es justo simplificar demasiado esto y decir «más difícil es mejor». Para impulsar el aprendizaje, debe haber una cantidad correcta de dificultad y el tipo correcto de dificultad.
La cantidad correcta de dificultad
Si hago sentadillas, hay un abanico ideal de peso que será el más efectivo para mí. Si no hay peso, habrá pocos cambios. Pero lo mismo ocurre si hay demasiado peso y es demasiado difícil.
Para ver los resultados que quiero, necesito elegir un peso que este acorde a unas variables (mi peso, mi condición física, mi salud en ese momento, etc.).
Los investigadores del aprendizaje, Robert y Elizabeth Bjork, denominan a este punto óptimo de peso como «dificultades deseables».
Deseable, porque conduce al mejor aprendizaje, no necesariamente porque lo disfrutemos. Esta ventana es diferente para todos. Depende de la habilidad que estamos tratando de desarrollar y de nuestro conjunto de habilidades actual. Encontrar esta horquilla puede ser difícil, pero con un poco de experimentación es algo que todos podemos hacer. Un truco útil que podemos utilizar, especialmente en los deportes, son las estadísticas de referencia.
En voleibol de alto nivel, un nivel alto de recepción puede ser el 50% de positividad. Si hago un ejercicio en el que ese jugador está acertando entre el 80 y el 90% de las reces, quiere decir que el ejercicio es demasiado fácil y no es óptimo para aprender.
Una vez más, algo de esto está bien, pero no deberíamos pasar todo nuestro tiempo allí. Lo mismo es cierto si construyo un ejercicio en el que solo están acertando el 10% de sus recepciones. Probablemente esto sea demasiado difícil y tampoco óptimo para el aprendizaje.
Si construimos un ejercicio en el que los jugadores están acertando entre el 40 y el 60% de sus recepciones, probablemente estemos en un buen lugar. Sin embargo, no estamos diciendo que debamos pasar TODO nuestro tiempo en esta horquilla. Es simplemente algo de lo que debemos estar conscientes y algo que podemos utilizar más.
Esto es fácil de usar en los deportes donde tenemos estos números de referencia, pero imagino que con un poco de creatividad podríamos usar este enfoque en otros lugares.
Cuando no hay estadísticas disponibles, podemos usar nuestros sentimientos.
Si mientras prácticamos para una presentación o un exámen sentimos como que sea demasiado fácil y cómodo todo, podemos aumentar un poco la dificultad. Si lo sientes como demasiado difícil y abrumador, podemos reducirlo un poco.
Realizo un trabajo de consultoría para un equipo de béisbol de las grandes ligas que está trabajando para implementar dificultades deseables en la forma en que entrenan a sus bateadores. Durante uno de nuestros talleres les pedimos que presentaran porcentajes aproximados de los swings que un jugador obtiene durante la semana. Terminamos con algo como:
Muchas veces veo en las pistas, de todos los niveles, desde Superliga a segunda división autonómica o incluso juveniles y cadetes, esta división en los entrenamientos:
60% trabajo analitico
20% trabajo específico de un fundamento del voleibol
10% práctica de un fundamento
5% simulación de juego real.
Cuando miramos los números, notamos cómo los jugadores estan recibiendo muchas repeticiones de tigres del zoológico y están pasando demasiado tiempo en la zona fácil.
Obviamente, todos estos tipos de ejercicios analíticos y prácticas tienen valor, pero todos estamos de acuerdo en que debemos encontrar formas de hacer que los jugadores tengan más ejercicios que puedan realizarse en situaciones de juego, por qué hacerlo marcará una gran diferencia. Simplemente aumentando la simulación a un 15%, estaremos literalmente triplicando esas valiosas repeticiones.
El tipo de dificultad correcta
Hay una cantidad adecuada de dificultad y también existe el tipo correcto de dureza.
Algunas personas se convencen de la idea de que tenemos que poner en práctica la dificultad, pero incorporan el tipo incorrecto de dureza. Llamemos a esto falsa dificultad.
Los mejores ejemplos de falsa dificultad proceden del mundo del deporte. Ejercicios y acrobacias ridículas llenan nuestros feeds de Twitter e Instagram. Un jugador de baloncesto está de pie sobre una pelota de equilibrio atrapando pelotas de tenis con una mano atada a la espalda. ¿Es difícil hacer eso? Sip. ¿Mejorar para estar de pie sobre una pelota en equilibrio, atrapar una pelota de tenis, con la mano detrás de la espalda, me ayudará a regatear una pelota de baloncesto a través del tráfico? La investigación dice: no realmente.
Dos buenas preguntas para ayudar a evitar la falsa dificultad durante nuestra preparación:
¿Estoy mejorando en el ejercicio o mejor en las habilidades que el ejercicio está tratando de enseñarme?
¿Cuál es la habilidad real que estoy desarrollando en este momento?
Si no podemos reconocer la habilidad, sus complejidades y cómo las usaremos en la actuación, probablemente estemos en el camino de fingir mejorar en la dificultad.
La mejor manera de llevar la dificultad a la práctica es utilizar las variables que enfrentaremos durante la actuación: incertidumbre, imprevisibilidad, presión, etc.
Cuando incorporemos esta dificultad deseable y luchemos en nuestra práctica y preparación, impulsaremos el aprendizaje, lo que nos ayudará a desempeñarnos mejor en el juego.
Otra ventaja es que cuanto más nos involucramos en situaciones difíciles, más nos acostumbramos a ese nivel de incomodidad y podemos lidiar con él de manera más efectiva durante la actuación, porque es algo que hemos practicado.
3. MANTENERSE FUERA DEL PILOTO AUTOMÁTICO
Cuando la práctica se vuelve demasiado fácil, demasiado predecible o demasiado estable, nuestro cerebro se pondrá en piloto automático. Cuando eso sucede, nuestro rendimiento percibido aumenta, pero el aprendizaje y la retención se verán afectados.
En resumen: el piloto automático es el enemigo del aprendizaje.
Para aprovechar al máximo nuestra práctica y rendir al máximo, tenemos que mantener nuestro cerebro alerta, fuera del piloto automático y comprometido con el aprendizaje.
REPETIR PERO TAMBIÉN DEJAR ESPACIO
Cuando hacemos lo mismo varias veces seguidas sin espaciar, nuestro cerebro puede entrar en piloto automático. Sentimos que estamos solucionando el problema, pero en realidad el piloto automático nos da una falsa sensación de progreso.
El piloto automático se siente bien, el piloto automático se ve bien, pero no es óptimo para que se produzca un aprendizaje real.
En voleibol, de poco sirve estar toda la semana de entrenamientos practicando la recepción porque es el fundamento que peor controlan tus jugadores (por poner un ejemplo). Dedica un tiempo dentro de una sesión, luego cambia, luego puedes volver poniendo el ejercicio en una simulación de juego, luego la siguiente sesión dedicala a otro fundamento.
«Para que haya un aprendizaje real, debemos dejar que haya un pequeño olvido». – Elizabeth Bjork
Caemos en esta trampa todo el tiempo cuando leemos, especialmente si es en preparación para un examen.
Leemos un capítulo sabiendo que el material estará en la prueba y realmente queremos asimilarlo. Entonces, ¿qué hacemos? Volvemos a leer inmediatamente el capítulo. El segundo repaso nos hace sentir bien. El material es fresco y parece que lo conocemos:
“Sí, sí, sí, lo recuerdo. Guay guay. Tengo esto.»
PILOTO AUTOMÁTICO
La investigación muestra que hay ejercicios que conducirán a una mejor retención que volver a leer el material, tales como: cuestionar después de leer el capítulo, llamar a alguien para explicar los puntos clave o descansar entre una lectura y otra. Estos ejercicios pueden resultar difíciles, pero producen mejores resultados.
En voleibol muchos entrenadore cometen este error.
Dejamos para el final del entrenamiento el saque, con repeticiones sin ninguna prioridad ni objetivo. «Ok, 50 saques antes de irnos» y listo.
Estoy seguro de que ya puedes ver algunos de los problemas con este enfoque.
Después de los primeros intentos, me engancho.
Se vuelve fácil y mi cerebro entra en piloto automático.
Haré un montón de estos saques. Nuevamente, esto es un falso progreso. Estas repeticiones no son como un juego y no hay espacios. Además, aburren mogollón y seguro que los jugadores cometerán un montón de errores.
En lugar de dejar los saques para el final (o al comienzo, o en todo caso todos de una vez) distribuyelos a lo largo del entreno: primero un ejercicio de juego 3×3 con saque, luego uno de rece y ataque con saque, luego uno de defensa con saque del equipo que debe defender, etc. Siempre rotando y nunca todos a la vez. Al fin y al cabo, si lo piensas, un jugador llega a tener como mucho 4 turnos de saque por set, ya dependerá del juego y de la calidad de su saque cuantas veces sacará, pero si ponemos que solo saca 1 vez por turno, al final de un partido de 4 set habrá sacado entre 15 y 20 saques en total.
Los jugadores obtienen la misma cantidad de repeticiones, pero debido al espaciamiento, estas repeticiones son más efectivas.
La parte divertida es ser creativo y hacer que estas repeticiones sean aún mejores. No existe un plan, pero podemos encontrar formas de introducir las variables del juego: presión, fatiga, etc. Incluye bonus y malus (+1 punto o -1 punto dependiendo del objetivo, sentadillas en caso de error, etc)
Una vez que entendemos algunos de estos principios, podemos encontrar formas de mejorar nuestras antiguas estrategias de práctica.
Pequeños ajustes pueden hacer que nuestras prácticas sean mucho mejores.
El espaciado ayuda a mejorar la práctica porque mantiene nuestros cerebros fuera del piloto automático, lo que conduce a una mayor retención. También es bueno porque hace que la práctica sea más parecida a un juego.
Variación
Otra forma de mantener nuestros cerebros fuera del piloto automático es introducir alguna variación en nuestra práctica.
Ejemplo 1: soy profesor de matemáticas. Acabo de enseñar a mis alumnos una nueva fórmula. Quiero que mis alumnos practiquen el uso de esta fórmula para que la recuerden. Les asigno un conjunto de problemas con diez preguntas que involucran esta fórmula.
Es probable que los estudiantes caigan en piloto automático aquí. No hay que tomar decisiones de antemano. Ellos ya conocen la fórmula correcta que deben usar. Sería mejor si algunas de las preguntas sobre el conjunto de problemas involucraran fórmulas que hemos cubierto anteriormente. Estos problemas sacudirán las cosas y generarán más participación en cada pregunta. Esto ayudará a mantener a los estudiantes fuera del piloto automático y aumentará la retención.
Ejemplo 2: soy entrenador de voleibol. Quiero enseñarle a mi equipo una nueva jugada, la llamaremos la jugada n. ° 5. Después de enseñarles a mis jugadores cómo funciona (tal vez lo dibujo en el tablero y les dejo que lo revisen un par de veces), es hora de dejar que lo prueben en vivo.
«¡Ejecuta el juego # 5!» Grito.
Marco se coloca mal y Rubén llega tarde al golpeo.
Paro el ejercicio y corrijo.
«Marco, tienes que empezar aquí. Ruben, tienes que esperar antes de empezar la carrera. Bueno. Ejecútenlo de nuevo «.
El segundo intento es perfecto. Marco está en el lugar correcto y la sincronización con Ruben es perfecta. Pero por supuesto que lo es, simplemente lo hicimos. Marco y Rubén están en piloto automático.
Sería más efectivo si los detengo después del primer intento. Hago los ajustes necesarios y luego digo: «¡Ok, ahora ejecuta el juego # 3!»
Ejecutan el juego n. ° 3. Van a jugar otro remate. Unos pocos intentos y es hora de darle otra oportunidad al juego # 5. Marco y Rubén realmente tienen que concentrarse aquí y si lo consiguen ahora, realmente se mantendrá.
Como puedes ver, la variación funciona de manera muy similar al espaciado. Nos mantiene fuera del piloto automático y nos permite trabajar en habilidades en paralelo. Si solo usamos el espaciado, realmente no estamos haciendo nada entre repeticiones. Si introducimos variaciones, practicaremos habilidades adicionales, mientras evitamos el piloto automático.
La variación viene en todas las formas y tamaños.
No es necesario complicar demasiado esto. Cuando la práctica es demasiado fácil, demasiado predecible o demasiado repetitiva, caemos en piloto automático. Cuando estamos en piloto automático, tenemos una falsa sensación de progreso. Esto es una trampa y no conducirá a una retención irreal. El espaciado y la variación son herramientas para dificultar la práctica (de la manera correcta), mantener nuestro cerebro fuera del piloto automático y aumentar el aprendizaje que ocurre durante la preparación.
Como puedes ver, no hay un modelo para todo esto, pero estos tres principios de aprendizaje pueden hacer que nuestra práctica sea mucho mejor. No es necesario que hagamos cambios radicales aquí. Pequeños ajustes pueden conducir a grandes mejoras en la calidad de nuestra práctica y preparación.
Por supuesto, no es necesario que pasemos todo el tiempo en la jungla. Pero es algo en lo que deberíamos trabajar más a menudo durante la práctica. ¿Cuánto más? Más de lo que piensas.
A medida que construimos prácticas para nosotros y los demás, ten en cuenta estas tres preguntas:
1. ¿Es como un juego?
2. ¿Es el tipo y la cantidad de dificultad adecuados?
3. ¿Nos quedamos fuera del piloto automático?